¿En qué consiste un Omnipotenciador Ultimativo? ¿Puede un electrobardo acabar con todos los poetas del mundo? ¿Cuál es el mejor algoritmo para crear un monstruo autogenerativo? ¿Conoces las instrucciones para construirte tu propio ciberabogado? Esto último es fácil, tan solo hay que echar en un barril seis medidas colmadas de transistores, verter electrolito, taparlo con una tabla y apretar con una piedra para que todo se autoorganice bien, aunque hay otras técnicas mucho más complicadas como la creación de dragones probabilísticos. En realidad los detalles técnicos carecen de importancia, aunque sean de lo más divertido, porque estas aventuras, que pueden resultar en ocasiones algo infantiles, en realidad son una sátira muy divertida y feroz acerca de la sociedad y de la condición humana, muy en el estilo de las del Barón Munchausen o los Viajes de Gulliver, eso sí, desde los más extraños confines del Universo, que en este libro y recordando viejas rencillas terminológicas se denomina Cosmos.
Los protagonistas son Trurl y Clapaucio, dos Constructores, en parte demiurgos por su capacidad de crear todo tipo de seres y máquinas así como la de manipular a su antojo cualquier objeto existente en el universo, y en parte simples humanos que se juegan el físico en cada estrafalaria aventura, Lem los describe: "Cuando el Cosmos no estaba tan desajustado como hoy en día y todas las estrellas guardaban un buen orden, de modo que era fácil contarlas de izquierda a derecha o de arriba a abajo; cuando en el espacio no se vislumbraba ni rastro de polvo, suciedad o basura de las nebulosas, en aquellos viejos tiempos, tan buenos, existía la costumbre de que los constructores con Diploma de Omnipotencia Perpetua con nota sobresaliente fueran de vez en cuando de viaje para llevar a pueblos remotos ayuda y buenos consejos. Ocurrió, pues, que de acuerdo con esa tradición se pusieron en camino Trurl y Clapaucio, a quienes crear y apagar estrellas no les costaba más que a ti cascar las nueces.", vamos que cualquiera de nuestras definiciones de un Dios creador no vienen más que a describir a uno de los estudiantes de la Universidad de Constructores que seguramente vino a probar sus recién adquiridos conocimientos a nuestro planeta de prácticas.
Los protagonistas son Trurl y Clapaucio, dos Constructores, en parte demiurgos por su capacidad de crear todo tipo de seres y máquinas así como la de manipular a su antojo cualquier objeto existente en el universo, y en parte simples humanos que se juegan el físico en cada estrafalaria aventura, Lem los describe: "Cuando el Cosmos no estaba tan desajustado como hoy en día y todas las estrellas guardaban un buen orden, de modo que era fácil contarlas de izquierda a derecha o de arriba a abajo; cuando en el espacio no se vislumbraba ni rastro de polvo, suciedad o basura de las nebulosas, en aquellos viejos tiempos, tan buenos, existía la costumbre de que los constructores con Diploma de Omnipotencia Perpetua con nota sobresaliente fueran de vez en cuando de viaje para llevar a pueblos remotos ayuda y buenos consejos. Ocurrió, pues, que de acuerdo con esa tradición se pusieron en camino Trurl y Clapaucio, a quienes crear y apagar estrellas no les costaba más que a ti cascar las nueces.", vamos que cualquiera de nuestras definiciones de un Dios creador no vienen más que a describir a uno de los estudiantes de la Universidad de Constructores que seguramente vino a probar sus recién adquiridos conocimientos a nuestro planeta de prácticas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario