Las legumbres hervidas, golpeadas
a fuego en las cazuelas, espesaron
una parte del agua, retuvieron
otra parte consigo.
Después que estaís sentados a la mesa
los míos de la sangre - cinco- pienso
que es posible que coman en el mundo
muchas gentes, hoy, esto.
Ahora que tenemos sobre la lengua la misma pasta de la tierra,
puedo olvidar mi corazón y resistir las cucharas.
Yo siento
en el silencio machacado
algo maravilloso:
a cinco seres humanos
comprender la vida a través del mismo sabor.
Antonio Gamoneda - Edad
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