Baila, baila, baila - Haruki Murakami



 
Otra historia de mí japonés favorito, con su protagonista habitual, hombre que vive solo, amante de la música, el whisky, la comida y los gatos, elementos comunes en todas sus novelas, casi un alter ego del autor. Tras un muy buen inició donde la muerte de un ser muy querido (su gato Sardina) hace de catalizador para el inicio de la historia, pasa a apuntar directamente a otro de los protagonistas, un lugar mágico, un hotel,  con personalidad propia, una mezcla entre el Edificio Dakota y el hotel del Resplandor, y al igual que éstos, con sus propios fantasmas:
"Las puertas de abrieron silenciosamente, como siempre. Absorto en mis pensamientos, salí del ascensor. Con las manos metidas en los bolsillos, que quedé pensando en medio de la oscuridad.
¿Oscuridad?
Entonces caí en la cuenta de que todo estaba a oscuras. No se veía el menor atisbo de luz. Al cerrarse las puertas del ascensor a mi espalda, una oscuridad negra como el carbón descendió sobre todo. Ni siquiera me veía las manos. El hilo musical había dejado de sonar. El aire era gélido y apestaba a moho.
Me quedé petrificado en medio de las tinieblas."

Y eso que la pinta es de hotel de tercera sin nada destacable, pero como ya he dicho se trata de algo más que una construcción, un espacio común en la mente de los personajes principales de la novela,  al que se ven atraídos de una forma irracional:
"-Es cierto, al final he vuelto. No fui capaz de olvidar este sitio. Cada vez que empezaba a olvidar, algo me lo recordaba. Tal vez éste sea un lugar especial para mí. Me guste o no, siento que formo parte de él. Ignoro que puede significar eso, pero lo percibo con toda claridad. Sobre todo cuando soñaba. Aquí alguien lloraba por mí y me buscaba. Por eso decidí acudir. Dime, ¿Dónde diablos estamos?"

La soledad innata del protagonista y su cariño hacia los más diversos objetos inanimados no es más que una clara manifestación antisocial, y también una excusa perfecta para que Murakami despliegue su sentido del humor:
"- Parece un buen coche, ¿no? - me preguntó-. ¿De qué marca es?
- Subaru -le contesté-. Un viejo modelo de segunda mano.
- Pues no sé, pero hace que una se sienta a gusto en él.
- Creo que es porque yo le tengo mucho aprecio a este coche.
- No te entiendo - dijo ella.
- El coche y yo nos compenetramos. Es decir, yo entro en el coche y, como lo aprecio, le transmito buenas vibraciones. De ahí nace esta atmosfera. Yo me siento bien, y también el coche se siente a gusto.
- ¿Es lo mismo que cuando dos personas se quieren?
- No, es diferente. Los sentimientos entre las personas son distintos. Cambian continuamente. Si amas a alguien, el amor va cambiando. Se cuestiona, se agita, se desorienta, se hincha, desaparece, se niega, hiere. En muchos casos uno no puede dominarlos. El sentimiento hacia el Subaru es diferente.
- ¿No te entendías bien con tu mujer? -preguntó.
- Eso es, me parece que no nos entendíamos bien.
- No salió tan bien como con el Subaru, ¿no?"

Pues si, el inanimado pero amado Subaru puede considerarse un protagonista más de la historia,  como también lo es otro de los imprescindibles para el autor:
"Me metí en la cama y, como no conseguía conciliar el sueño, me pasé casi un cuarto de hora observando el teléfono de la mesilla de noche. A lo mejor volvía a llamar Yuki. O, si no, otra persona. En situaciones como ésa, el teléfono me parece una bomba de relojería abandonada. No sé en qué momento va a empezar a sonar. Pero eso ya era cuestión de probabilidades. El caso es que, cuanto más miraba al teléfono, más pensaba que tenía una forma muy peculiar. Normalmente uno no se fija en el teléfono, pero si lo hace, percibe en su geometría un extraño apremio. Da la sensación de que el teléfono se muere de ganas de contarte algo y de que, al mismo tiempo, aborrece estar sujeto a esa forma de teléfono. Parece un concepto puro al que le ha sido otorgado un cuerpo torpe. Así es el teléfono." Toda una declaración de amor..

Después de las presentaciones de edificios, coches, teléfonos y algún figurante más, la floja historia va dando bandazos como el protagonista de aquí para allá sin mucho sentido, pasando de un escenario a otro a medida que se van agotando las situaciones, fallando al intentar establecer el hilo conductor entre todas, y finalmente al resolver la trama.

En fin, un libro para mí prescindible, aunque están presentes muchos de los elementos que depurados aparecen en su siguiente novela, la "Crónica del Pájaro que da cuerda al mundo" en mí opinión la mejor con diferencia del autor.

 

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